sábado, 26 de octubre de 2013

José Gabriel, el adversario; Isidoro y Mirta, los enemigos. Por Oscar Bissio.

El enemigo de Marcos Pisano para octubre no es José Gabriel Erreca. Es Marcelo Salamanco.El médico ginecólogo es el Bruto de el César y así quedó demostrado en las elecciones primarias del 11 de agosto.

En el marcelismo hay furia y odio contra Bali Bucca y sus huestes.
Y desde atrás, esa furia y ese odio es retroalimentado por Mirta Linares e Isidoro Laso.
Se les chorrea por los poros a ambos la rabia de haber sido desplazados del centro de la escena política por el hoy intendente de Bolívar que en pocos años escaló hasta la cima sobrepasándolos como postes viejos y gastados. Inertes políticamente.
Hoy, el amanuense de ambos, Salamanco, ratificó que irá por una concejalía en octubre. Arteramente, denunció persecuciones del gobierno municipal a soldados de su ejército y evitó hablar de los logros comprobados en el primer año y medio de la gestión buquista.
Es el mismo perdedor de 2007 ante la máquina simonista; el que se encaprichó en 2011 en disputar un liderazgo que la voluntad del pueblo peronista local no le confería; el mismo que se quedó de brazos cruzados cuando el propio Bucca y Erreca se sacaban chispas en las generales; y el mismo que siendo presidente del Partido Justicialista, y en plena batalla electoral,aceptó ser parte del staff hospitalario manejado aún por el radicalismo.
Es el mismo que, en una solicitada, aseguró que se retiraba de la política para siempre.
No es un pecado arrepentirse, pero desnuda una indecisión que trasladada a un mandato puede afectar intereses públicos.
Este horizonte se veía desde lejos. Desde aquel lejano octubre de 2011 cuando el lasismo trocaba su apoyo por varios de sus hombres en el gabinete municipal.
Lo que es difícil de comprender es la ceguera que provoca el odio lasista-linarista a todo lo que tenga relación con el buquismo. Porque la naturaleza de ese encono no es la misma que supieron sostener los juancarlos radicales Simón y Morán desde 1999 hasta hace pocos años atrás.
Ese, era un odio personal-electoral que se dirimía en las internas partidarias. Pero este, no tiene sentido. Sobre todo, cuando en Bolívar llegar a contar con un gobierno de origen justicialista es una empresa escabrosa. Así lo indica la historia.
Por ello, el radicalismo, aún con sus diferencias, parece estar sinérgicamente preparado para octubre. Y aunque no le será fácil, dará pelea.
Mientras, desde Sarmiento y Arenales, búnker del peronismo ortodoxo se percibe una inmunda pestilencia originada en esa rabia y odio difíciles de comprender, sobre todo si se recuerda el propio recelo que situó históricamente en veredas opuestas a mirtistas e isidoristas. 
Amucharse para qué?, es la pregunta. No se le puede entrar a este gobierno por ningún lado y se nota en cada declaración de Marcelo Salamanco. Un atento y minucioso análisis sobre cada una de sus palabras de campaña desnuda un vacío profundo de ideas y propuestas. Cualquiera lo puede comprobar.
Entonces, la respuesta a la pregunta de amucharse para qué surge naturalmente: ir en contra por el odio y la rabia; por la envidia; por los personalismos; por las ambiciones y por la reprobable vocación de infligir daño por el daño mismo.
Asimismo, parecen hacerlo sin estrategia. La posición de Salamanco, quien tiene su Durán Barba en Sarmiento y Arenales, se hunde toda vez que está frente a un micrófono.
Ese discurso vacío y lleno de inquina y rencor le va restando votos a diferencia de lo que le runrunean por lo bajo.
Se insiste. Basta con ver su próxima aparición pública para detectarle una propuesta seria; un motivo concreto para ir por afuera y una pizca de contenido a su repetido discurso. El mismo con el que viene perdiendo todos los rounds desde 2007.
Bucca y su tropa, deben ver ya este escenario. El de una oposición interna sazonada con malicia y temeridad que no se sabe lo que busca excepto el afán de destruir lo logrado en los últimos años.
El buquismo debe de abrir el ojo; y el peronista auténtico, entender que esta década política es lo más comparable y aproximado al peronismo genuino germinado en el ´45. Y que en Bolívar, hay un gobierno que interpreta esa idea decididamente inclusiva por donde se la mire.
Abrir el ojo, significa saber muy bien de quien se está rodeado porque las traiciones están en ciernes y pueden concretarse en el momento más inesperado.
La malicia hace inteligencia y casi siempre sorprende a la buena fe. Y el Bruto de el César anda en busca de su propio idus; el del próximo octubre.

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