domingo, 2 de octubre de 2011

BOLIVAR: Elecciones 2011. 20ª entrega. Por Oscar Bissio

Cuando en agosto Eduardo Bali Bucca ganó las primarias holgadamente, José Gabriel Erreca reaccionó de la forma menos esperada e incurrió una vez más en un error de cálculo y de análisis.
Su problema, no fue ni es el de la falta de gestión. Hasta el hartazgo, se dijo que poco más de un año y medio no se constituiría en referencia para votarlo o dejar de hacerlo. Sin embargo, la cuestión es eminentemente política.
Ese es el punto que no pudo descifrar a tiempo; que aún no ha leído en profundidad y a consciencia; conforme la coyuntura electoral.
Tampoco lo advirtieron sus asesores, que siguen elucubrando y elaborando una divagación tras otra. Léase, anuncios paradisíacos, cuasi místicos y actitudes perversas mediante ataques gratuitos de parte de las segundas líneas del oficialismo.
Si la política es el "arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado", la confusión del errequismo desde el poder es no saber imprimirle a su capacidad de gestión y experiencia, su razón de ser: la de asistir con soluciones concretas a la gente y sus necesidades. Plasmar en la práctica, la teoría que instala al gobernante como el mejorador e impulsor del bienestar social. El asunto es entonces también de orden conceptual.
Los publicitados anuncios no tapan la verdadera cuestión, el motivo real por el cual la ciudadanía le dio la espalda a su continuidad en el municipio. Lo que la gente reclamaba eran las aclaraciones ante las conocidas sospechas de corrupción que caían y caen sobre su figura.
Ese es el punto y no es caprichoso. La respuesta que nunca llegó, era y es una necesidad de la gente a la que sistemáticamente los errequistas fundamentalistas de Erreca han tomado por tonta, faltándole el respeto en cuanta oportunidad se les cruza desacreditándola por que prefirió a otro candidato.
Han subestimado a la gente y han desvirtuado gratuitamente la figura de Bali Bucca. Por ende, a sus seguidores. El error es creerse dueños del poder en el cual estuvieron 16 años nada menos para hacer unas 70 viviendas y no haber podido llevarles los servicios más básicos a la totalidad de los bolivarenses. Ni hablar de la indiferencia dolorosa con que se trató siempre, en este largo lapso, a Pirovano y Urdampilleta. Y cual autitos chocadores, darse contra la pared en materia hospitalaria cuando Marcelo Tinelli complejizó el nosocomio para que el municipio terminara la gran obra del conductor y rodeara la aparatología de punta con recurso profesional y organización.
Ahora, y en el marco de este panorama, raros designios movilizan a aquellos adláteres mencionados en entregas anteriores al 14 de agosto cuando se planteaba aquí que el romance del pueblo con el simonismo estaba llegando a su fin y que arrastraría todos sus vestigios. Léase sus dirigentes más conspicuos como el propio José Gabriel. Hasta él en una de las pocas autocríticas que se le han escuchado reconoció tibiamente que "tenía un pensamiento equivocado" antes de las primarias. Esos malos asesores que siguen actuando entre bambalinas ahoran le dicen que emparejó la elección y que hasta puede revertir el resultado. Tanta parafernalia parece más propia de improvisados que de estrategias de campaña bien definidas.
La lectura correcta sobre el fracaso electoral de agosto por parte del oficialismo dista de la realidad. La realidad señala que la ciudadanía le puso freno a la impunidad y a la soberbia; al hecho de que aquellos que se repatingan en los sillones de la Municipalidad se creyeron sus dueños y no los representantes circunstanciales del pueblo; a la sordera sistemática ante tanto grito de la población sobre el caso de las viviendas; a la fatiga de los mismos de siempre instalados a la vanguardia de un modelo prolijo pero sin matices que creyeron que ellos y sólo ellos eran capaces de tener una oportunidad en el municipio. A eso le dijo basta la gente el 14 de agosto y los pueblos son ciclotímicos en el largo plazo, no en sólo cuarenta días. Cuarenta días no son ni serán suficientes para revertir lo irreversible porque además las matemáticas pertenecen a las ciencias exactas: la diferencia entre Bucca y Erreca fue de 2108 votos. En una alocada hipótesis imposible de darse imaginemos que Erreca cuente con por lo menos un 50% de los votos del resto de las listas perdedoras, aún no le alcanzaría: son 1470 votos. Esto significa que García bajaría de 1142 a 571; Francisco de 909 a 554 y Mosca de 889 a 444. No es fantástico?. Y el último manotazo cuál sería?: los votos en blanco que en agosto alcanzaron los 2668.
Son muchos, pero siempre han oscilado en esos guarismos. Y la historia electoral de Bolívar indica que el voto en blanco seguirá siendo blanco porque se trata de ciudadanos que protestan a través de éste; de aquellos que votan por obligación y no por vocación, y de quienes sufren un momento de indecisión. Cuántos indecisos cambiarían su voto por uno de los dos candidatos? Es irresponsable y poco serio pensar que más de un 5% (135) de estos sufragios se transforme en positivo. Y por qué razón despistada todos los conversos irían para Erreca?. En todo caso, lo lógico es que se repartan. Catorce más dos no es diecisiete y dos más dos es cuatro. Una más: por qué quienes votaron a Bucca como la cara nueva de la política local votarían por Erreca?. Piénselo. Es poco probable si se tiene en cuenta que alguien que busca una nueva esperanza y un cambio se baje del caballo antes de llegar al disco.

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